Sin decir adiós.

No puedo conciliar el sueño porque lo único que pienso eres tú, no quiero borrarte de mi mente pero ya no puedes habitar ahí, llevo el corazón repleto de tus recuerdos, de tus caricias, de tus besos en la madrugada, del olor de tu cuello, de tu piel calentita tocando la mía helada, llevo tu mirada clavada en el corazón, como una espina enterrada que duele tenerla ahí pero también duele sacarla. La memoria no me deja y solo pienso en lo feliz que fui cuando te conocí, en las peleas abruptas y las noches largas como las cortas, esos silencios que torturaban nuestra compañía, la complicidad que nuestras miradas tenian, tengo el molde de tu mano pegada a la mía, la idea ferviente de que quererte era la mejor opción, de que amarte sería la solución, te llevo grabado en mi mente, te tengo presente y decir adiós no fue fácil cuando realmente quieres quedarte, ¿pero cuando lo que quieres es lo correcto? es difícil decir adiós si te estoy adorando noche con noche, si alucino tu nombre y te siento a cada instante, es difícil decir adiós si ayer estábamos contando cuentos y dándonos calor. ¿Cómo dormir si la idea de tenerte junto a mí no desaparece? El tiempo, el tiempo lo soluciona todo, ¿pero por qué ahora va tan lento? 
Ojalá fueras para mí, ojalá pudiera amarte así, ojalá pudieras amarme a mí. Pero no te preocupes amor, que si algo bien aprendí de ti es que para olvidar solo hay que recordar todo el mal y que de alguna manera eso te hará sanar, la decepción de saber que no pudimos luchar más, que las palabras sobraron porque nos dejamos de escuchar y que el amor no fue suficiente para querer continuar, nos faltaron ganas aunque nos sobraba amor y por eso nos fuimos sin ningún adiós.   

Comentarios

Entradas populares de este blog

El febrero que lo conocí

Algún poder divino

Planificación