Soñando en el Insomnio

Me duele verte y tenerte tan cerca y que no podamos hablar, que ha ratos te importe lo nuestro y que con mi ausencia yo pase a ser una más, me duele sentir que te pertenezco y que no me puedas soltar. Me dueles y dueles en lo profundo de mi interior, en el recuerdo, en la memoria, en los deseos y en un futuro que claramente no vendrá. Me duele aceptar que me tengo que alejar, que hemos perdido el tiempo intentando coincidir cuando sabemos que lo nuestro no volverá a pasar. Me duele perder la fe y creer que conocernos solo fue casualidad. Me duele verte y tenerte tan cerca pero esa es mi realidad, tu presencia volviéndose una más. 

Aún puedo sentir tus manos calientas tocar mi piel, puedo ver tu piel morena asomarse entre mis telas. Siento tu sudor recorrer las millas de mi piel, tu olor de las mañanas que perdura hasta el atardecer; Puedo sentirte cerca, sentir que respiras por mi oreja mientras te pierdes entre mis melenas. Te siento, dentro y fuera de mi, cerca sin espacios ni caparazones. Tus besos como un constante recuerdo alucinante entre mis pensamientos; creciendo en mi las ansias por probar tu ser, acumulando las posibles caricias prohibidas que en algún lugar oscuro te daría.  Aún puedo sentir tu piel recorrer la mía. 

Adiós.  No te busque pero tu me encontraste, te metiste en mi horizonte y sedujiste mis instintos, me invitaste a tu vida mientras te establecías en la mía, y sí, fueron largos meses los que te tuve latente, varias las veces que nos conocimos y recorrimos millas de piel mientras tropezábamos con lunares, con lunares que nos llevan a lugares inimaginables. Varias fueron las reuniones que tuvimos entre tus paredes donde una cerveza o un vaso de agua eran el mejor pretexto para quedarse, abriendo así nuestras mentes incoherentes sobre la vida, más allá de lo sexual y los fugitivos besos que nos pudimos dar, de las miradas y las sonrisas, era la conexión de nuestras almas unidas por el tiempo y espacio. Perfectos escenarios tuvimos en nuestros encuentros, amaneceres de azotea, tardes de lluvia y noches silenciosas, donde tu compañía me bastaba para perderme en las horas. Buenos fueron esos meses... donde tu y yo nos tuvimos. 

Me dedicaré a extrañarte, a pensarte y desgastar mi corazón en los pensamientos de lo que llegaríamos a ser. Voy a dedicarte unos días mi amor, voy a meditar la imagen de tu cuerpo, tus ojos, tus labios, tu piel...  Gastaré estas ganas de tenerte a mi lado y me hundiré en los recuerdos de tu olor y me pondré de luto por tu ausencia. Con este tiempo te dejaré ir y contigo se ira una parte de mi, la parte que pertenece a tu lado, quedándome incompleta pero satisfecha porque aunque me falte se que estará contigo y que al fin nos habremos ido siendo lo que fuimos. 

He estado pensando en las cosas que me haces sentir, en la paz que me das cuando me miras, en lo nerviosa que me pones cuando me tocas y la manera en la que ruborizo con tus besos. Pienso en el tiempo que pase sin conocerte y como el universo me llevo a ti.  Me da miedo todo lo que me haces sentir ahora y lo que pueda sentir después; pero no te preocupes amor, correré el riesgo, me quedare y te besaré por las mañanas y te abrazaré durante las noches, tomare tu mano y recorreremos mi universo, tocaré tus emociones con mi lengua y acariciare tu alma desnuda en madrugada, te sentiré cerca y apreciare tu presencia en las distancias. Y así amor mio es como me dejo querer. Quiéreme que me dejo, que contigo si quiero. 

Es de mala educación romperle el corazón a alguien en otoño.  Se complica más en esta estación, cuando las hojas caen y el viento sopla, todo en mi corazón cruje por tu ausencia, por tu abandono y es que no quiero salir con nadie que no seas tu. Tengo citas pero no se comparan a esas tardes de música en tu habitación, donde solo éramos tu y yo. Ojalá hubieses luchado por esto, por nosotros, por lo que teníamos y que las adversidades fuesen minoría porque lo que importaba era la química que creaban nuestras almas en reunión.  No quiero conocer a nadie, no quiero besar a nadie. No quiero que otros brazos me quiten el frío. No quiero que sea otro el que me de los buenos días. Te quería a ti pero tu no me quisiste más. 

Te odio. Te odio por que eres todo lo que quiero, me das la adrenalina que necesito, los rápidos besos en todo mi ser, las caricias que solo tus manos me saben hacer. Es un deseo que me eriza la piel. Tu cuerpo esbelto  y esos tatuajes por toda tu piel, tu piel morena, morena que brilla con el sudor del placer. Esas palabras tan ocurrentes que resonaban en mis pensamientos al alardear de mi. Te odio por no haberte quedado conmigo, te odio por preferir la vida que llevas a sentar cabeza a mi lado. Te odio porque gastaste mi tiempo al decir que te quedarías, al creer que soy chica de temporada, te odio por decirme lo que sientes y después huir. Te odio por no dejarme ir y buscar mi sonrisa en cada rincón en el que nos encontremos.  Por eso he decidido sacarte de mi mente, de mi piel y de mi vida. Ya no te puedes quedar en mis sueños, tienes que desaparecer de ellos. Que los buenos días no son tan buenos si no me las tu pero al final de la historia lo serán y sin ti. Que terrible.