Le encuentro más sabor a la vida sin tanto condimento

He empezado a poner orden en mi vida. Me deshago de esos malos amores, de amores a medias o complicados, me entrego a las decisiones que estoy tomando, las acepto y crezco. Me enamoro de lo que soy y me ilusiono con lo que seré en un tiempo, veo la realidad de las verdaderas amistades y conservo sus compañías. He tenido el infortunio de conocer a la muerte y sentir el dolor que deja tras marcharse, aprendí mucho con ella, a valorar lo que tengo y a quien tengo.
Aprendo a distinguir entre un gusto pasajero y un gusto verdadero. Empiezo a cerrar ciclos y etapas de mi vida, ahora vivo el presente, recuerdo el pasado y no me preocupa el futuro, éste me motiva. Sufro por el dolor del presente y supero el dolor del pasado. Ahora veo en mi interior y no sólo en mi exterior. Me perdono a mi y luego a los demás. Hoy sé que soy lo que soy y no lo que los demás creen que soy. Ya no espero nada de nadie, todo lo que espero lo espero de mi. Sé que más de una vez al día el Misericordioso me escucha y me atiende. Este año murió mi infancia y gran parte de mi adolescencia, pero nació mi juventud y con ella la capacidad de distinguir lo que era y lo que ahora soy. No he olvidado, pero he superado, y cuando el pasado viene a mi con un recuerdo, éste ya no repercute en mi presente. Soy feliz con lo que he vivido y agradezco a Dios por haber aprendido de ello. Aún me falta mucho por aprender, vivir y conocer. Ahora estoy satisfecha con lo que hoy he decidido ser. No cambie. Voy puliendo mi ser hasta dejar el mejor brillo de mi. 

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